Las uvas seleccionadas en el campo, vuelven a seleccionarse en la propia bodega asegurando una calidad óptima. Tras el despalillado, entrarán íntegras a los depósitos de acero inoxidable, donde se inicia la fermentación alcohólica de forma espontánea, con levadura autóctona propia del viñedo y a temperatura controlada de 25ºC. Finalizada la primera fermentación, la maloláctica se desarrolla en depósitos de inoxidable. Una vez concluida, el vino es trasegado a barricas de roble de 225 lit. para su fase de crianza, permaneciendo en éstas durante 12 meses, donde conseguimos una mayor estructura y complejidad del vino.